No creo que esta carta vaya a ser muy larga. De hecho, creo que va a ser más bien corta. Parte de ello es porque, al menos en este punto inicial, no sé qué tanto voy a decir o quiero decir (escribir). Pero también es porque siento cierto grado de incomodidad haciendo esto. No es que, en sentido estricto, me incomode escribirte una carta. Lo he hecho ya un montón de veces. Es más cuestión de que no sé cómo vas a recibir esto. Me da algo de miedo que sea incómodo para ti, o molesto, o fuera de lugar (en el sentido de ‘uncalled for’), o incluso un poco estúpido y hasta egoísta. La verdad es que no sé del todo por qué estoy escribiéndote. Es decir, sí sé por qué hoy. Lo que no sé es si pretendo algo con esto más allá de escribirte y hacerte saber que me importas. Tampoco sé si haciendo esto estoy cruzando algún límite que no debería cruzar. Como que me siento a pensar si haría esto por alguien más, esto de escribirle una carta a alguien que en definitiva se está distanciando mucho de mí, y siento que no lo haría por nadie más. Y luego me pregunto por qué. Por qué haría esto por ti o para ti o contigo y varias posibles respuestas llegan a mi mente. Una de ellas, una que me preocupa, es que quizá en algún grado y lugar medio inconsciente quiero tenerte cerca a mí (en el más amplio de los sentidos, no necesariamente uno espacial) y que, al escribir esta carta, estoy pretendiendo traerte cerca a mí independientemente de lo que tú quieras. Tal vez me estoy sobreanalizando ahí. No lo sé. Y esa es la cosa: no lo sé. No sé qué pretendo con esto más allá de decirte: “hey, no sé si lo recuerdas (seguro sí, porque tu memoria es muy buena), pero hoy cumplimos un año más de habernos conocido”. Y bueno, no solo es decirte eso, sino mostrarte que pienso en ti, que sigo teniendo en mente este tipo de fechas (la he tenido en mente cada año, incluso el pasado), que me interesas, que eres increíblemente importante para mí. También está el aspecto de expresar con el hecho de escribir esta carta que te extraño. Que me hace falta recibir tus mensajes, tus notas de voz, tus fotos (más recientemente); que me hace falta reírme de cosas que dices, estar emocionado cuando recibo notificaciones con mensajes tuyos, y hasta sacar tiempo para responderte. Pero ahí es donde definitivamente siento que estoy cruzando un límite. También he pensado mucho en ese periodo en el que dejaste de hablarme por completo por tres meses y yo intentaba e intentaba e intentaba alcanzarte sin éxito. Este periodo actual se siente un poco así, solo que más maduro y definitivamente sin caer en la miseria emocional en la que caí en ese entonces. Recuerdo que en ese momento volviste a hablarme con una carta escrita a mano. La primera de muchas. Creo que mi impulso de escribirte esta carta es un poco para que esta situación rime con esa otra de hace ya tantos años. Quién sabe, quizá al leer esta carta decidas acercarte de nuevo, o por lo menos hacerme saber que no quieres nada de cercanía. Eso segundo no me alegraría, pero me daría un motivo para dejarte ir. Pero (¿)lamentablemente(?) no leerás esto. En cualquier caso, quería decirte que te extraño demasiado y que, dentro de todo, definitivamente me ha hecho demasiado feliz haberte conocido hoy hace 16 años.

back